Cuentos

LA ROSA DE NAVIDAD

La Rosa de Navidad


Era una noche invernal de mucho, mucho frío. El viento helado silbaba con fuerza. La tierra estaba congelada y cubierta con una gruesa capa de hielo y nieve. Con un tiempo como este, lo mejor era quedarse en casa junto a la chimenea.

Samuel, el joven pastor, había oído a gente hablar sobre el nacimiento de un niño en un establo bastante cerca de su casa. Como ese era un día tan frío, él pensaba: ¡pobre bebé, en un establo ... con este frío, se va a congelar!

Samuel había nacido en verano, cuando las rosas estaban floreciendo. Muchísimas personas llegaron con regalos el día que nació. ¡Todos querían conocerle! El sol lucía con fuerza y el buen tiempo animaba a los vecinos a acudir a su casa. Pero ahora... todo era tan gris y frío. Así que se preguntó si el niño en el establo tendría alguien que lo visitara.

Al parecer, los padres del recién nacido no eran de esta zona y no conocían a nadie. Decididamente, Samuel deseaba ir a visitar el nuevo bebé en el establo. “Sólo quiero verlo para asegurarse de que esté bien”, pensó. Así que decidió partir. Samuel se abrigó bien: se envolvió en su abrigo de piel caliente con fuerza para protegerse del viento y del frío. A pesar de la ilusión por ver al pequeño, estaba un poco triste, porque Samuel era tan pobre que no tenía ningún regalo para el pequeño.

Iba caminando con la cabeza ladeada, pensativo, cuando de repente divisó algo brillante bajo un árbol, algo que parecía una flor.

- “¿En pleno invierno? – pensó-, eso no puede ser verdad”. Corrió hacia ella para verla mejor. Y, en verdad, creciendo en un tallo robusto había una flor blanca con cinco pétalos. ¡Parecía como una estrella de cinco puntas! Este sería su regalo. Samuel tomó la pequeña flor y se apresuró. Finalmente llegó al establo y se colocó delante del bebé, que estaba acostado en un pesebre. Samuel llevaba la flor en su mano.

El pastorcillo estaba muy cerca del recién nacido, y justo cuando se inclinó hacia él, para entregarle su flor, un potente rayo de luz iluminó el pesebre. La luz, de color dorada, procedía de la pequeña flor que Samuel sostenía en sus manos. Desde aquel día, aquella flor, que florece cada Navidad, se llama rosa de Navidad.

FIN